Comunicación multicultural para un mundo globalizado
26/05/2021 - Actualizado: 18/01/2022
Comunicar es proyectarse a los demás, significa exponerse para interactuar con otros e intercambiar experiencias. Esas experiencias e intercambios se producen, como ya sabemos, de muy diversa forma y de hecho, solo marginalmente con el uso del lenguaje oral.
Hacer negocios significa comunicarse, y si encima queremos hacer buenos negocios no nos queda otro remedio que ser buenos comunicadores. Cuando miramos los perfiles que las empresas seleccionan para puestos de responsabilidad, las dotes de comunicación siempre aparecen, y si no aparecen es que al responsable se le ha olvidado incluirlo, pero seguro que es un elemento que será valorado.
Hasta aquí, creo que todos podremos estar razonablemente de acuerdo. No obstante, me gustaría reflexionar en esta entrada sobre un elemento básico de la comunicación que incluso buenos comunicadores obvian.
El emisor de la comunicación es “metodológicamente” responsable de asegurar que el mensaje que está emitiendo es correctamente interpretado por su receptor. Esto es así incluso en los protocolos de comunicaciones que se emplean en tecnologías de la información, por ejemplo el protocolo que estamos empleando en este momento, el que soporta Internet, el TCP/IP que creo muchos de los lectores al menos conocerán de oídas.
TCP/IP es “simplemente” un marco de referencia donde se establece la forma en la que dos máquinas conectadas de forma remota se van a entender, y establece (entre otros millones de cosas que no vienen al caso) que la máquina que emite el mensaje queda en espera de confirmación de que la máquina receptora lo ha recibido e interpretado correctamente. Para ello, la máquina receptora del mensaje envía información que solo si el mensaje ha sido correctamente codificado coincidirá con lo que el emisor original del mensaje espera recibir. En otro caso, el emisor repetirá el mensaje hasta que se cerciore de que éste ha sido correctamente recibido.
Esto no es casual, los ingenieros e investigadores que desarrollaron este sistema de comunicación entendieron que era la manera más eficiente y segura de comunicarse, no olvidemos que los orígenes del fenómeno Internet son militares, así que la seguridad no era baladí.
En las comunicaciones entre seres humanos sucede exactamente igual, es el emisor el responsable de asegurar que su mensaje es correctamente interpretado. Cuando esta comunicación se produce en un entorno multicultural, asegurar que el mensaje es recibido e interpretado de forma correcta adquiere una relevancia aún mayor. Incluso utilizando el mismo idioma, diría más, sobretodo cuando se emplea el mismo idioma, si queremos ser sensibles y gestionar de forma inteligente el hecho multicultural deberemos prestar especial atención a asegurar que nuestro mensaje es interpretado correctamente.
Cuando empleamos un mismo idioma tendemos a pensar que todo es más sencillo, evidentemente las principales barreras quedan eliminadas pero aparecen otras muy peligrosas, intentaré poner un ejemplo que por otra parte, es casi un tópico por lo mucho que se emplea pero sirve para ejemplarizar clara y rápidamente lo que queremos decir. Si en España empleamos el verbo “coger” nadie se escandalizará, pero si empleamos el mismo término en Latinoamérica la cosa es algo distinta. Parece que el origen de esta diferencia se remonta a los tiempos en los que los primeros españoles llegaban al continente americano y entre ellos se invitaban a “coger” a una u otra muchacha para diferentes fines.
Al margen de si es ese o no el origen de la diferente interpretación que un mismo término tiene aún cuando hablamos del mismo idioma, queda claro que es importante asegurarse que tu interlocutor te ha entendido cuando has emitido un mensaje, especialmente si nos encontramos en un entorno multicultural.
De nuevo, la multiculturalidad no se limita a distancias transoceánicas, expondré un aspecto que me parece fundamental y que describe adscripciones culturales de todos nosotros y que lo hace a cada momento y sin que nos demos cuenta.
Todos en mayor o menor medida chequeamos que nuestro mensaje ha sido correctamente interpretado, pero lo hacemos de dos maneras distintas:
- ¿Me entiendes?
- ¿Me explico?
Ambas preguntas llevan a un mismo objetivo, pero dejan entrever varias cosas de aquel que las utiliza. En un caso, el emisor reposa la responsabilidad de interpretar correctamente el mensaje en el receptor, lo que violenta el principio “metodológico” de toda comunicación. En el otro, el emisor asume la responsabilidad de que el mensaje sea interpretado de forma correcta.
Esta diferencia no es banal, cuando una persona de forma general y mayoritaria pregunta al receptor del mensaje si le ha entendido, típicamente, dejará entrever comportamientos individualistas y una marcada distancia al poder. Por el contrario, podríamos inferir que aquel que asume que su mensaje debe cumplir las expectativas de claridad y corrección de aquel que lo recibe se desenvuelve mejor en ambientes grupales y tiene un equilibrado manejo de la distancia al poder.
Hay otros comportamientos que el lector podrá comprobar en su día a día, aquel que mayoritariamente pregunta si “le entiendes” será una persona generalmente convencido de su valía y que marcará distancia en sus relaciones profesionales, mostrándose a veces distante, por el contrario, el que espera explicarse correctamente mantendrá posiciones más cercanas hacia todo el equipo aún cuando su posición formal sea de mayor relevancia.
Este tipo de “coletillas” son claramente identificables en reuniones y programas de formación, donde el ponente o gestor de la reunión tienen por definición una posición de predominancia formal sobre el resto, te invito a que desde hoy estés atento a las diferencias.
En un entorno multicultural (que ya sabemos que son todos) dependiendo de los interlocutores y del escenario, adoptar una u otra posición será lo más apropiado, no podemos cambiar nuestra forma de ser ni nuestra adscripción cultural, pero podemos descubrir cual tenemos y cual tienen las personas con las que trabajamos para sacar el máximo provecho de las interacciones profesionales, y personales.
¿Me explico?
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